FINALISTA DEL RELATO ALBERTO N GARCIA PRIETO
Los llevaron a tres kilómetros del pueblo. Les hicieron cavar un profundo agujero. Les alinearon delante. Eran cinco, entre ellos tu padre. Sonaron varias descargas. Unas palomas que venían del pueblo desviaron su rumbo y volvieron al refugio del campanario. Otra manada de gorriones abandonó apresuradamente los cables donde tomaban el sol. Cuando el último cuerpo tomó tierra, cesaron los disparos. Mi padre me juró que sólo disparó al suelo... y sin embargo, aquello le amargó el resto de su vida. Murió antes de ayer. Me dijo que te diera este plano… señala donde está más o menos la fosa. Me dijo “Dáselo al hijo de Juan que está con eso de la Memoria Histórica, por si les sirve de algo…y pídele perdón”.
“Gracias hombre” dijo Juan (hijo de Juan y nieto de Juan) mientras recogía un amarillento folio doblado. “y tú ¿Qué es de tu vida?” (Cuando no se tiene claro que decir, una pregunta siempre es una buena defensa).
“Me fui del pueblo hace diez años. Vine también aquí a Madrid. Soy abogado.” Sonrío. “..Dicen que la política es racional. Yo creo que también es genética. Mi padre de derechas de toda la vida... y yo también. Tu padre maestro republicano y tú republicano militante. Rara avis en estos tiempos juancalescos. Al menos nosotros no andamos a tiros. “.
Juan esbozó también una sonrisa… “ No, claro porque nosotros no mandamos”
“¿No?, Zapatero en la Moncloa”.
“Digo mandar. Mandar de verdad.. Como Botín o Rouco”.
***
Juan abrió la puerta de su casa. Dejó la chaqueta sobre la percha y pasó al salón… Su hijo le recibió con una amplia sonrisa… “Venga papá que ya sólo queda una hora”.. Sin embargo, no se levantó del sofá. Su enfermedad, le producía un profundo cansancio que le forzaba a evitar cualquier esfuerzo innecesario.
“Ya estoy aquí y con las palomitas”…Juan mostro un gran paquete que había ocultado llevando su mano izquierda a la espalda.
Al recordar la conversación con el hijo del Luciano, Juan miró instintivamente al aparador: En una de las baldas, flanqueada por dos pequeñas banderas republicanas, la foto de los ocho concejales republicanos que gobernaban el ayuntamiento granadino de Almurada de la Torre en 1.936 entre ellos, su padre y, una única mujer, la madre de Aurora, su compañera, que se libró por los pelos del paseo, pero estuvo 8 años en la fría cárcel de Saturrarán. A un lado las tres o cuatro cajas de medicinas que Pedro tenía que consumir diariamente.
Cuando Iniesta marcó … Pedro dio un salto del sofá y como un nuevo Lázaro dio dos o tres vueltas al trote alrededor de la mesa que separaba la televisión del sofá. Brazos en alto... “Gol Gol Gol!“. Juan tuvo una doble sensación: alegría por un lado, España por fin ganaba un mundial… Pedro nunca había estado tan alegre como si hubiera olvidado sus males…Por otro lado la pantalla se cubrió de banderas rojo y gualda… por las que seguía sintiendo un profundo desapego.. Y además estaba la promesa. “Papa, si mañana gana España... tenemos que salir a celebrarlo… a la calle”.
La bandera no formaba parte de la promesa... pero Juan se había pasado antes por una tienda de los chinos… “una mediana… por favor… si con palo de plástico.”
Cuando acabó el partido... Juan, Aurora y Pedro se montaron en su Megane, Pedro detrás sacando la bandera por la ventana. Al llegar a la plaza de Legazpí aquello se paró. Juan comenzó a tocar el claxon intentando sincronizarse armoniosamente con el resto de vehículos... y tras la arenga de su hijo “!Pita, papa, Pita!”
Y allí estaban .. en la marea roja .. que a Juan sólo le pareció encarnada…” roja, roja era otra cosa” pensó.
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