sábado, 3 de enero de 2009

Botín es mi héroe ¿o no?



Opinión-LA TRIBUNA DE GUADALAJARA
23/12/2008
Botín es mi héroe, ¿o no?
Miguel Ramón Gil

En el mes de octubre y ya conocedores todos de la crisis que se nos venía encima, nos sorprendía la noticia que anunciaba la agencia Efe «Banco Santander confirma la compra del banco estadounidense Sovereign, en una operación valorada en unos mil 900 millones de dólares». Es decir, que D. Emilio Botín, presidente del Banco Santander, con su natural agudeza en los asuntos de los dineros, era capaz de tomar la iniciativa y tomar posicionamiento en el mercado estadounidense y mas concreto en el sector de banca Comercial en un momento de crisis, en un momento donde los agentes económicos no mueven ni un ápice los capitales no sea que…
Aquello era la bomba, y encima un español, un banquero cántabro «¡Es mi héroe!, mi referencia de persona emprendedora y valiente», llegaron a decirme en la cafetería de mi trabajo y a mí, sinceramente, aquella afirmación, me hizo pensar.
Es verdad que mi orgullo patrio se elevó unos cuantos grados, pero también es verdad que pensé, ¿y qué? ¿En qué me afecta?, ¿Qué es español el señor Botín? ¿Ése es el fundamento de mi orgullo?, porque no te engañes chaval -me dije-, todo este movimiento de capital, sea proveniente de quien sea, perpetúa el estado del modelo económico actual, el de siempre, donde seguirán existiendo las diferencias entre el primer y el tercer mundo, entre el habitante de la Moraleja y el de Alcobendas, el modelo donde se sigue explotando la tierra y a quienes lo habitamos, donde se inventan necesidades innecesarias por los mas avispados, donde el que ha tenido la suerte de nacer en un paralelo tendrá más suerte que el que ha nacido unos kilómetros más a bajo y porque se sigue viviendo, en definitiva, por encima de las propias posibilidades, sobre explotando la tierra, los mares, contaminando las aguas y el aire, destruyendo bosques, creando nuestras propias burbujas de bienestar a cambio del perjuicio de los demás.
Éste es el terrible modelo al que nos hemos acostumbrado, a la destrucción y a la degradación del entorno y con él, al ser humano. Y no nos engañemos porque no es un tema de regímenes políticos o de sistemas económicos, bien sean liberales o socialistas, demócratas o dictatoriales… es un modo de ser que tenemos dentro de nosotros mismos, ¡perdón!: de alguno de nosotros mismos. Unos lo llaman Darwinismo, otros depredador natural, y otros decimos que eso no es natural.
El Señor Botín, D. Emilio, no es culpable (o inocente) más de lo que podamos ser el resto y sino, no hay mas que mirar a nuestro alrededor, en nuestra casa misma, en nuestra habitación tal vez. ¿Cuántas televisiones tenemos, o cuántos móviles, o cuánto exceso de calefacción utilizamos o tal vez de aire acondicionado y cuánta comida tiramos a la basura o cuánta ropa hemos comprado que tan sólo hemos utilizado en una ocasión? Está claro que no vivimos en una burbuja y que el coche así como el móvil o el portátil se han convertido en un artículo de primera necesidad pero también es verdad que el modelo actual nos está empezando a pasar factura, ahora bien la pregunta que nos debemos hacer o no, es: ¿de verdad queremos cambiar?
Es el propio ciudadano el que sigue sin ver la necesidad de un cambio radical, porque sigue asumiendo la tesis de que «aquí no pasa nada» que todo son exageraciones de personas ‘raras’, de ecologistas de barba larga, o misioneros de la exageración; siguen creyendo que la propia tierra será capaz o es capaz de regular la acción predadora del ser humano
La crisis económica mundial ha dado, no nos engañemos, tan sólo un pequeño toque de atención a las economías reales de las personas, de los occidentales acomodados, diría yo. Esa crisis de ‘toque en el cogote’ ha hecho temblar a más de uno, pero sin llegar a cargar sobre los cimientos del sistema productivista. «En un par de años se vuelve a crecer a base de ladrillo y hormigoneando lo que se ponga por delante», te dicen.
En definitiva, se siguen poniendo tiritas a una realidad de futuro obscuro y que los diferentes regímenes son incapaces de solucionar.
Resumiendo y desde mi sillón cómodo, desde mi ordenador último modelo, con mi calefacción puesta en grado agradable, es desde donde yo me pregunto ¿por qué no ha de ser Botín mi héroe?

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