martes, 28 de diciembre de 2010

Yo, Hijo de P...

No ha entrado dentro del concurso literario, es decir, fuera de...pero es un cuento que merece la pena, actual para algunos, para otros exajerado, otros dirían que mentira, y otros: ¡que hijo de p...!
Primavera, viernes, seis de la tarde: Hoy entreno haciendo cuestas. La tarea consiste en subir corriendo desde la zona que llaman recinto ferial hasta la torre del agua, en el Parque Central.
Llevo siete u ocho carreritas rampa arriba y me quedan otras tantas. Hay mucha concurrencia de adolescentes que pululan por los alrededores. Sudo como nunca, resoplo como nunca y de repente, en mitad de la subida, una voz aniñada me suelta lo que no pensé oír jamás: “¡Qué culitoo!”. Otra voz de chiquilla la reprende. Llego al pie de la torre del agua y cambio de rumbo. Mejor termino los deberes otro día.
Camino de casa me voy diciendo que la chica ha debido ingerir alguna sustancia que altera las percepciones y el comportamiento.

Verano, sábado, cuatro de la mañana: Voy corriendo por la mediana de la Avenida del Parque y al llegar a la plaza de Fuencaliente la cruzo por el camino mas corto.
En los medios, dos quinceañeros se entretienen pateando los pequeños cantos rodados que rellenan el círculo central, esparciéndolos por la calzada. A mi paso, oigo decir: "A ver si hay suerte y se mata alguno." 
De las entrañas me sale: "Eso, y si se tiene que matar alguien, mejor que sea tu padre."  Y sigo mi camino sin prestar atención a los comentarios que me dedican.
Llegando a la Plaza del Arco Iris los siento detrás de mi oreja. Me han seguido y alcanzado. Como un resorte me agacho y en una fracción de segundo estoy de pie frente a ellos y con una piedra  de dimensiones considerables en mi mano derecha. Son jovencitos pero el más alto me saca la cabeza, lo que no tiene ningún mérito. El guijarro en mi mano parece retenerles. El mas alto inicia una maniobra envolvente pero el otro se mantiene a distancia. Como me agarre el brazo de la piedra  -pienso- me revientan a coces.
Tras unos segundos cruzando comentarios del tipo de “tu te has metido con mi padre,” se me ocurre mandarles a dormir y afortunadamente me contestan mandándome a correr. Poco a poco nos separamos y reemprendo la carrera sin perderlos de vista. Según nos vamos separando voy prestando atención a las expresiones que me dedican: la mas suave es ¡Viejo! y la mas repetida ¡Hijo de P...!
Esta noche la piedra se viene conmigo los nueve kms que me faltan y aunque al pasar por la Plaza del Padre Llanos, otros jóvenes me animan elogiando que haga deporte a esas horas, sólo tengo agallas para soltarla cuando me veo sano y salvo en casita.   

Otoño, domingo, nueve de la mañana: Desciendo la cuesta del "Qué culito."  En la zona del ferial quedan unos cuantos rezagados.  Dos altavoces colocados sobre el techo de un coche arrojan música a todo trapo. Al pasar por el camino asfaltado entre el lago y el ferial, unos gritos, mas bien alaridos, me sacan de mis pensamientos: "Dominguero, Hijo de P..." Allí solo estamos ellos y yo, así que me doy por aludido. Me voy hacia la verja como el rayo y les grito que no son nadie, allí, en medio de la nada. No pueden oírme y bajan la música por si les doy mas pistas, o mas pie, o no sé muy bien qué. Reemprendo mi carrera cansina. Menos mal que les he puesto en su sitio - me digo- suerte han tenido de que estaba la verja y les ha salvado de una buena. Cincuenta metros mas adelante, me va pareciendo que mas bien la verja ha jugado a mi favor.    

Invierno, vacaciones de fin de año, ocho de la noche: Hace años que se cepillaron la mayor parte de las farolas pero la iluminación del campo de fútbol que hay detrás de la piscina cubierta, y la luna llena dejan en penumbra gran parte del Parque Central, lo que aprovecho para adentrarme en él. Otra vez la zona del "Qué culito". Jóvenes encapuchados, al menos tres, agitan botes de spray. A mi paso uno se aproxima y lanza: "Perdonee ¿Tiene cincuenta céntimos?"  Le suelto un escueto "No" y continúo bajando la cuesta. A los pocos metros siento caer una piedra a mi lado. Antes de medio segundo, estoy encarado a los cachorros blandiendo un canto en la mano. No ha transcurrido otro medio segundo y ya comprendo que mi situación no es precisamente ventajosa: Ellos arriba y yo abajo, son por lo menos tres y jóvenes y yo, además de venir cansado, soy un tarra. En fin que intento salir del trance con un "¿Pasa algo?"  No se amilanan y empiezan a soltar por la boca sus lindezas. Acierto a decir algo sobre llamar a la policía y reemprendo el camino mientras las piedras caen a mi alrededor. Una voz en falsete acompaña mi retirada: "Hijo de P..., Hijo de P..., Hijo de P..."  

Ahora, no encuentro mis libros de utopías en casa, (han debido arrojarlos al fuego) soy normal y, cabalmente, no entro al parque de noche.
Cuando paso cerca de un grupo de adolescentes y oigo decir "¡Hijo de P...!", instintivamente pienso que va por mí pero rápidamente caigo en que no, que es una exclamación de uso corriente entre nuestros vástagos, como en mis tiempos que decíamos ¡Macho!
velocidad cuando todos sabemos que en realidad son el tocino, que se autodenominan servidores del pueblo cuando lo que hacen es servirse de él. Digo que a veces me da por pensar que estos hijos del pueblo que no ven ninguna teta de la que chupar en el Parque Central, jamás van a arreglar el alumbrado ni a poner vigilancia ¿Para qué? -dirán- si nadie disfruta del Parque por la noche.
Nuestros jóvenes serán brillantes en sus estudios, respetuosos, tendrán sus cosas ordenadas... Pero algunos: el mío, el tuyo o el de la concejal, en algunas circunstancias que no alcanzo a explicar, se transforman en auténticos macarras.
Pasará alguna desgracia, pasarán desgracias y, como persona cabal que ya soy, prefiero que si le tiene que pasar a alguien, mejor que sea a uno de esos adolescentes, aunque esté en la flor de la vida, aunque le espere un futuro prometedor, aunque sea un auténtico Hijo del tocino.

Pako Galán

2 comentarios:

Pako dijo...

Gracias Duende.
solo quería apuntar que algún duendecillo de la edición se ha comido un trocizo sin importancia ¿A que lo habias notado?

ADMINISTRADOR dijo...

porfa, envianoslo, en el original tampoco estaba