domingo, 15 de enero de 2012

ALBA por FATIMA FERNANDEZ (segunda clasificada)


Alba está en su cama en compañía de su mamá, que le está terminando de dar la medicina, no sin el sinfín de objeciones que pone la pequeña. La mira con ternura mientras le acaricia el pelo, no deja de tener cinco años y lleva demasiado tiempo en cama. La niña le está explicando la película de dibujos que acaba de ver, pero se pone nerviosa llegando al final y le da un pequeño ataque de tos.
– Alba, debes descansar un ratito – le indica su madre.
– Joo - Suenan pitos en su pecho. La niña se da cuenta – Vale, ¿pero me traes a Bolita? Luego te prometo dejarlo en la mesilla. Porfiii – Dice con vocecita ronca.
Su madre suspira, pero accede. Se gira hacia el escritorio para coger la jaula.
– Así le cuento la historia que estoy leyendo- dice Alba, con el libro de cuentos entre las manos – Mamá, ¿tu crees que la señora vendrá luego? No ha venido en toda la tarde  y ayer me prometió volver – pregunta Alba cambiando de tema.
 – Quizá… o puede que ya venga mañana – responde su madre un tanto asombrada por la imaginación insistente de la niña.

La señora lleva un rato observando a Alba desde el rincón. Ésta está leyendo en su cama, tiene la carita roja, hoy ha tenido mucha fiebre y tose a menudo. La niña no parece percatarse siquiera cuando lo hace, como quien ha acabado por resignarse. Se gira para coger el vasito de agua de la mesilla y ve a su acompañante.
Fatima es la tercera por la izquierda
- ¡Hola! - Dice la niña, con el vaso de agua entre las manos -  ¡Qué bien que estés aquí! Pensaba que ya no ibas a venir, has tardado un montón. – La voz de la niña suena afónica. – ¿Quieres que te cuente la historia que estoy leyendo? Siéntate en la silla conmigo como ayer.-
La señora asiente y busca la silla por el dormitorio. La localiza contra una pared, al lado de la estantería de cuentos. Va en su busca para poder acercarla a la cama.
- Jovencito, a tu sitio – Dice Alba mientras se pone de rodillas en la cama y coge la jaula de Bolita con ambas manos para poder colocarla en la mesilla, como todas las noches. Justo antes de que la jaula toque la mesita de noche, la puertecita se entreabre con un vaivén. Alba no se da cuenta. Apoya la jaula en la mesilla y la puertecita se abre por completo. Antes de que Alba pueda reaccionar, Bolita ya se está deslizando por el hueco.
- ¡Bolita! Ven aquí – En lo que Alba se dispone a cogerlo, éste se lanza de la mesilla al suelo. Aterriza con las patitas abiertas y un poco aturdido, pero se recupera y echa a correr viéndose en libertad.
- ¡Quieto, Bolita! - Ordena Alba.
El hámster corre por el suelo de la habitación haciendo zig-zag, corre sin ver, chocándose con una de las zapatillas de Alba y con la pata de la cama. Se mete por debajo de ésta y sale por el otro lado, estrellándose directamente contra… el pie de la señora, paralizada y con la silla todavía entre las manos.
La mascota no se mueve, ha caído fulminada.
 - ¿Bolita? - Alba está asustada. Salta de la cama a coger a su hámster, que yace tumbado al lado del pie derecho de su compañera. Alba lo recoge del suelo y lo examina con detenimiento. – ¿Qué le has hecho? – pregunta Alba muy enfadada. - ¡Di! ¿Qué le has hecho?- A medida que se va poniendo nerviosa, sube el tono de voz.  – ¡¿Es que no ves que es muy pequeño y hay que tener mucho cuidado?! ¡Seguro que le has pisado y le has hecho daño! – Alba tiene lágrimas en los ojos – ¡Vete! ¡No quiero que vuelvas nunca más! Has hecho daño a mi Bolita. ¡Vete! - Alba se derrumba y se echa a llorar. – ¡Mamááá, ayuda! ¡Bolita se ha hecho daño! Ven por favor…
La señora apoya la silla de nuevo en el suelo y deja a Alba con su dolor justo en el momento en que la puerta se abre bruscamente para dar paso a sus padres que vienen a ver qué es lo que está sucediendo.

Alba se encuentra tumbada en su cama dispuesta a dormirse pero no concilia el sueño. Sus padres le han dejado que duerma por esta noche con la luz de la mesilla encendida.  Tiene la cara enrojecida y los ojitos hinchados por el disgusto. Aunque ya está más tranquila, no respira muy bien y aún hipa un poco.
-Por favor, vuelve. Por favor... – Dice casi en un susurro y con la mirada un poco perdida – Por favor, perdóname, vuelve…- Tiene la esperanza de que su amiga oiga llamarla y venga a verla. – No estoy enfadada, de verdad. Ven…
La señora acude a petición de la niña. La silla está junto a la cama, Alba la había preparado por si aparecía su acompañante.
Alba se incorpora y sonríe.  Está muy contenta de ver a su amiga.
- Gracias por venir – dice.
Su compañera no se inmuta. El semblante de la niña se torna triste de nuevo.
- Perdóname, por favor. No debí decirte todas esas cosas feas. Siéntate conmigo. Mis padres me han contado lo que le ha pasado a Bolita, ¿quieres que te lo cuente?
Ante la curiosidad que siente por las palabras de Alba, la señora se sienta donde le ha pedido la pequeña.
- Es que Bolita no estaba acostumbrado a estar libre y como se había escapado se había puesto muy nervioso. Los hámsters tienen el corazón muy pequeñito y como se puso tan nervioso se le puso muy malito de lo rápido que le latía, se le ha roto y ahora no le funciona y se ha dormido para siempre. – Repite Alba la explicación de sus padres - Yo les he dicho a papá y a mamá que es que me había enfadado mucho contigo porque estoy segura que le habías hecho daño, pero mis padres me han dicho que estuviese la amiga que estuviese aquí conmigo seguro que no podría haber evitado que se durmiese y que seguro no le habría hecho daño alguno.
La señora escucha con atención la historia de Alba.
- Así que no te preocupes que no ha sido tu culpa. Estoy muy triste porque no voy a poder volver a jugar con Bolita, y lo estaba todavía más porque pensaba que te habías enfadado y que no ibas a querer volver nunca. – Dice Alba con voz lastimera - ¿Me perdonas? – Pregunta con una sonrisa de medio lado.
La señora asiente con la cabeza. Alba sonríe aliviada, aunque sus ojos siguen estando tristes.
- ¿Y volverás mañana otra vez, para que podamos hacer cosas juntas como estos días? - pregunta la pequeña ilusionada.
Su compañera le indica que si con la cabeza y Alba aplaude un poquito con las manos. La señora hace un ademán de levantarse para marcharse.
- ¡Espera! – Dice Alba mientras se incorpora un poco más hacia delante – Que te ibas sin un abrazo de buenas noches.
Y sin que Muerte pueda evitarlo, Alba se lanza a sus brazos, feliz de no haber perdido a su amiga…

1 comentario:

Anónimo dijo...

El profuso abuso de los "itos-itas".hace que sea un supuesto abuso psicólógico a una crio,en caso de llegar a contárselo,con la moraleja de un final tan nefasto.

Parece que esta escrito para niños,con la intención de provocarles un trauma de dificil solución.

O que los mayores,vivimos en ese encorsetado medio de tanta cursileria diminutiva que distorsiona la cruel realidad que no admite estos parches embusteros de describir la vida con estas pinturas literarias pueriles.

¿Argentina la autora?.Porque el relato se las trae....