miércoles, 8 de febrero de 2012

RECUERDA DE Raquel del Valle (cuarto ganador)

Era otra mañana de otoño, a su edad no importaba mucho la época del año que fuese, su vida era siempre la misma. Vivía en la misma casa desde hacía 50 años, todas las habitaciones la conocían a pesar de que ella las había olvidado, conocían sus pasos, sus suspiros, sus lamentos, también las épocas más gloriosas, donde la alegría y las reuniones creaban un cuadro realmente bello.
Sus recuerdos giraban en torno a otra casa, mas lejana en el tiempo, aquella que conoció su niñez, los escalones que subía corriendo y gritando de alegría, el coro de la vecindad, la casa donde vivía con su madre viuda, la casa en la que compartieron los miedos de una guerra civil donde los obuses se paseaban por sus tejados y carreras a media noche para resguardarse de los bombardeos en el sótano. Se acuerda del panadero que le daba la llave cuando volvía del colegio pero ella no subía porque tenía miedo de estar sola en casa y esperaba a su madre sentada en las escaleras hasta que regresaba del trabajo. Se acuerda de sus compañeras de oficio y de esa modista que le enseñó todo lo que sabía y contaba las películas que había visto en el cine tan bien que aguardaba impaciente al día siguiente en que siempre le pedía lo mismo: - Pepita, por favor, cuénteme la película que vio ayer, no hay nadie que sepa contarlas como usted. –
Así pasaban los días, eran tiempos difíciles pero había alegría en sus corazones, la alegría de la juventud, de salir del taller de costura para ir al baile, a las chicas no les costaba dinero y le gustaba tanto bailar, no importaba el ruido de los bombardeos y el traqueteo de los disparos que a veces se entremezclaban con la música, vivían el momento, - No se que pasará cuando salgamos de aquí - Pero no se puede esperar para ser feliz, sobre todo cuando se vive una guerra y el futuro no existe.



También fue la primera casa que tuvo con su marido, no importaba que el salón se compartiera como dormitorio y que la abuela tuviera que esperar para acostarse a que terminaran aquellos programas de radio que tenían tanta audiencia. Son los tiempos tan felices que ella recuerda, es la vida que le quedó marcada, es su vida pasada.
Su vida fue mejorando con el tiempo, quizá porque se conformó con poco, llegó a tener en abundancia, e hizo reales todos sus sueños y sus deseos. Ahora su día a día no tiene recuerdos, pero no le importa porque ella ya tiene su historia, la única que recuerda, la única importante, compuesta por algunos seres que ya no están a su alrededor, porque todos partieron, a veces se dice a si misma  - si que estoy yo viviendo años -  Se quedó sola en su generación, como cuando era pequeña en las escaleras de su casa pero ya no tiene miedo, se siente segura porque sabe que siempre hay alguien que está cerca, no importa que no esté en su historia, pero está allí con ella, se quedó atrapada en esta otra casa de la que solo puede acordarse de que allí vivieron también seres queridos, aquellos que tiene fotografiados en innumerables retratos que llenan el mueble del salón, al que acude de vez en cuando para estirar las piernas y al mismo tiempo hacer un recorrido visual por todos ellos, empieza siempre por las mas antiguas, aquellas fotos en blanco y negro recopiladas en un marco de madera envejecida, son las que mas le gustan, un brillo acuoso se instala en sus ojos cansinos cada vez que las mira, era joven y bonita y pasea por una calle central, una niña pequeña va cogida a su mano y la otra se la da a un apuesto señor, es su marido y estas otras señoras parecen mas mayores de lo que son, porque siempre iban vestidas de negro y llevaban un delantal con peto para estar en casa, son las abuelas y mi padre, aquí está murió tan joven, está vestido de guardia,  siempre recuerda lo difícil que era tratar con estos jodidos estudiantes tan revolucionarios; acto seguido vuelve su mirada a aquel otro que recoge a sus hijos, sí,  también se acuerda de ellos, y aquellas otras con tanto colorido, son sus nietos y biznietos, ya no tiene fuerzas para acordarse de todos ellos, solo se enternece mirando aquellos bebés tan bonitos y acude al sofá donde tiene acumulados sus peluches que la han ido regalando porque siempre dice que le gusta tener algo entre sus manos, los estrecha y los acaricia con tanta dulzura como le permiten sus arrugadas y ya deformadas manos.
Después vuelve a sentarse en su mecedora, esa persona que trastea por la casa, es muy cariñosa con ella, de vez en cuando le pone discos de canciones antiguas que la gustan, ella mientras las escucha mira a través de la ventana aquellos árboles que envejecieron con ella, están tan grandes y tupidos que ya no puede ver la fachada de enfrente, su mente vuela con las letras de las canciones que marcaron parte de su vida.
 - Reloj no marques las horas …….-,- Mirando al mar soñé ……..-
y tímidamente abre el cestito de la costura que tiene a mano, ese cestito que nunca la abandonó y la sacó de tantos apuros, que dejó la marca en sus dedos, para sacar una foto pequeña de carnet que ha encontrado en algún cajón  del escritorio, es de su marido, temblorosa se la acerca a los labios, le roba un beso y la esconde rápidamente para que nadie la vea. Es su pequeño secreto, solo se lo cuenta a aquellos en quien confía, mira, mira lo que tengo aquí y saca su pequeña foto, un poco estropeada por el uso que en su día se le debió dar en algún documento oficial.
Día tras día la mecedora sigue su continuo balanceo, curiosamente está situada en el mismo lugar de la casa donde años atrás estuvo su madre, aquella con la que compartió su pequeña gran historia que ella cuenta vez tras vez con los mismos sucesos, idénticas palabras, a veces pregunta - no se si ya te habré contado esta historia -  pero no importa, cuéntala de nuevo, me gusta escucharla de sus labios.

Es fin de semana, se despierta asustada en otra casa que no conoce:
-    Que pesadillas he tenido, no sabía donde me encontraba, solo veía mi casa, la de mi niñez y oía voces y carreras, íbamos a escondernos y casi nos atropellábamos unos a otros, abrí los ojos y no reconocía esta habitación –
Todo está bien, está bien, no tengas miedo, estás a salvo.

No hay comentarios: