Una dominical y soleada mañana de comienzo del otoño, después de caminar tres kilómetros desde la casa hasta el pequeño pueblo de la sierra madrileña para comprar la prensa y el pan, tomé asiento en la terraza de una cafetería que ofrece unas magnificas vistas a la montaña.
El camarero se acercó a la mesa preguntando qué deseaba tomar, pedí una copa de vino y mientras él se alejaba en su búsqueda comencé a ojear la prensa. Páginas que hablaban de economía, la huelga en Francia, la crisis, el cultural de fin de semana y los deportes, hasta aquí las noticias que forman parte del ritual de los últimos fines de semana.
Me sorprendió el titular de una pequeña columna que decía: “Rescatan de la copa de un árbol a una mujer de 74 años que salió a buscar setas”. Sin leer la noticia pensé, ¿pero cómo ha podido trepar una mujer de esa edad hasta la copa de un árbol? y claro, lo que aún se me hacía más extraño es que después de la proeza de trepar no supiera descender por si misma y tuvieran que rescatarla. Paré la maquinaria mental limitando la acción a la simple lectura de la columna.
Los hechos según relataba la prensa habían ocurrido en el Parque Natural de Benifasar, en Castellón. Al parecer la mujer salió con otros familiares a recoger setas, dicen que la tarde entraba ya en noche cuando al levantar la vista y no ver a sus acompañantes la mujer se sintió confundida, cuentan que estos al echarla de menos buscaron por toda la zona sin encontrarla ni poder explicarse la absurda pérdida, que suspendieron la búsqueda en la oscuridad de la noche e informaron a las autoridades competentes en materia de desapariciones.
Con el despertar de la noche se activo el equipo de búsqueda y rescate que dirigiéndose a la zona empezó la matinal tarea de peinarla en busca de la mujer. Perros rastreadores, ojeadores a pie y voladores ojos bajo hélices de helicópteros junto a algunos familiares buscaron hasta encontrar, supongo (esto no lo dice la prensa) que no sin asombro a la mujer de 74 años encaramada en la copa del árbol en el que había pasado la noche.
El periodista cuenta que al parecer cuando la mujer se había perdido la tarde anterior, dio vueltas y más vueltas intentando encontrar a los suyos, hasta llegar a la completa desorientación y que “dirigió sus pasos a una zona escarpada en la que resbaló para quedar enganchada en la copa de un pino”.
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