domingo, 11 de marzo de 2012

PILAR RAMIREZ -FINALISTA- TITULO: FELIPE

Qué larga se hizo la espera en la consulta médica, tanto que empecé a trastear el móvil y decidí poner al día la agenda. Este gesto me cuesta mucho porque siempre pienso que cualquier teléfono que borre, lo necesitaré más adelante. Llegué al tuyo y dudé un instante. Pensé que ya tenía el de tu mujer y así habría más sitio en la agenda, aun así dudé de nuevo, hasta que finalmente mis dedos seleccionaron “borrar”. Tuve una sensación extraña, sentí pena y ahí terminó todo. Pocos días después supe que ya no podría llamarte nunca más.
Te recuerdo amable, discreto, de gesto tranquilo y mirada nostálgica, nunca una mala cara ni una frase a destiempo. La última vez que hablamos fue un breve encuentro de palabras de ánimo por tu reciente intervención quirúrgica. Allí estabas, venciendo los obstáculos y diciéndome que había que tirar para adelante. Te operaste por eso mismo, porque deseabas seguir, caminar, viajar, disfrutar de las pequeñas cosas, porque aún te quedaban muchas otras por hacer.
Me costó llegar al fondo del pasillo donde el tumulto de gente me hizo pensar que allí descansabas para siempre. Estoy segura de que te hubiese gustado ver cuántas personas te acompañaban en éste tu último viaje. Me dirigí a tu esposa, ya no lloraba. Vi en ella una enorme resignación producto de los días de espera de un desenlace que tristemente no fue el que deseábamos.
Allí estaba, rodeada de gente y, sin embargo, tan sola. Pensé qué pasaría cuando regresase a esa casa tan grande donde tú ya no la esperarías y rememoré de nuevo las palabras de amor que hace años le dedicaste, cuando apenas te conocía. Fueron palabras tan sinceras, tan emotivas. Es una mujer afortunada por haberte tenido al lado apoyándola y queriéndola así, ahora tendrá que continuar el camino sin ti.
Qué cruel es el destino, hoy seguimos adelante sabiendo que no te veremos más, tampoco te escucharemos, ni conducirás de nuevo ese coche que permanece en el garaje como si aún siguiera esperándote, ése que pronto conducirán otras manos y en cuyo volante aún permanecen tus huellas.

No me consuela saber que no te has enterado de nada, no me consuela el que hasta el momento vivieras cada minuto, no, no me consuela, más bien me entristece el pensar que tu tiempo aquí ha terminado, porque tu tiempo para ti era importante y porque está claro que para todo lo que aún te quedaba por hacer ha sido insuficiente.
Todo alrededor permanece como lo dejaste, como tu recuerdo, inalterable. El recuerdo de una persona amable, dulce, que en la vejez supo decir a su compañera de toda la vida cuánto echaba de menos todo de ella cada vez que no estaba, especialmente su olor, ese maravilloso olor de las personas a las que amas y que te has llevado contigo.


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